viernes, 5 de abril de 2013

Proteger la biodiversidad: entre cuidar la naturaleza o alimentar a millones

El hambre en el mundo supera los compromisos gubernamentales para luchar contra el flagelo. Foto: http://corresponsaldepaz.org.
 
Por Apolinar Velazco
 
Cuando  hablamos   de    alimentación   y    protección   ambiental,   hay   dos cuestiones que chocan. Según los datos que maneja la Organización de Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), la población mundial aumenta a una tasa alarmante y si  esto no se detiene, tendremos grandes problemas principalmente en el suministro de  alimentos.     Cada vez se necesitará destinar más  tierras  a  la     agricultura  y  la   ganadería,   favoreciendo  la  rdida de biodiversidad.


El quinto capítulo de su informe Nutrición Humana en el Mundo en Desarrollo, detalla que hace 2000 años la población mundial era cerca de 250 millones de personas. Pasando a 500 millones después de 16 siglos, en dos siglos y medio se duplicó para llegar a 1 000 millones en 1850, y nuevamente se duplien un siglo para alcanzar 2 000 millones de personas en 1950. Ahora la población del mundo se duplica cada 35 años y en 1990 llegó a 5 000  millones (Latham, 2002). El 30 de octubre de 2011, el Diario Milenio publi en su página web la buena nueva de que esta cifra alcanzó el record de 7 mil millones de humanos.


Este crecimiento población lleva consigo que más de la mitad de la superficie de la corteza terrestre haya sido destinada a la práctica de la agricultura (12%), la ganadería (25%) o la plantación de bosques artificiales (15%). Desgraciadamente, este  porcentaje  continúa  en  aumento  y  las  cifras  de  desforestación  llegan  a números alarmantes: 10 hectáreas perdidas cada minuto (BBC, 30 Nov 2011).


Cuando vemos que a principios de Siglo XX, sólo cuatro ciudades en el mundo comparan el honroso título de tener más de dos millones de habitantes y que actualmente esa  cantidad la superan más de 200, no queda otra cosa que pensar  que  la  explosión  humana   segui causando  estragos  y  los  pocos "pulmones vegetales" alrededor de las urbes  pasarán  a ser "vegetaciones de concreto".


Dice la BBC Mundo en un artículo publicado el 11 de noviembre de 2011 que la estimación anterior de deforestación neta a nivel mundial era de un promedio de 7 millones de hectáreas anuales en el período entre 1990 y 2005. No obstante, el nuevo estudio de la FAO que cita señala que el promedio anual de pérdida neta de bosque en ese período era de cerca de 5 millones de hectáreas, de los cuales 4 millones se encuentran en Sudamérica.


"A nivel regional las cifras que teníamos se han confirmado en América Latina que por desgracia es la región con mayor deforestación", precisa la cadena noticiosa británica además  que las imágenes satelitales mediante las cuales la Organización de Naciones Unidas para la  Agricultura y la Alimentación, hace dicha afirmación fueron aportadas por la NASA y el Sistema Geológico de losEstados Unidos.


Continúa el arculo que cita como fuente a Eduardo Rojas, jefe del departamento  forestal  de  la  FAO  que  las  ganancias  de  la  constante  tala  de bosques  y  plantaciones  vírgenes,  siguen  siendo  fuera  de  los  trópicos  y  las pérdidas en los trópicos. Brasil es el primer país en esta región terráquea donde se evidencian las pérdidas, informa la BBC Mundo  que los datos divulgados en 2011 por el INPE y la agencias de investigaciones espaciales de Brasil, señalan que la deforestación casi se sextupli temporalmente en Brasil desde marzo-abril de 2010 (103 kms cuadrados), en relación con el mismo periodo en 2011 (593 kms cuadrados).


"En Brasil la presión que había en los años 70 y 80 de cultivar a pequeña escala se ha reducido mucho, que es la que cicatriza (…) y en cambio lo que ha seguido  habiendo en   Brasil,   Colombia,  Bolivia,  Argentina,  Paraguay,  es  la generación de grandes extensiones para ganadería o agricultura", dijo Rojas a la agencia noticiosa inglesa y agregó además que  "esta deforestación no tiene oportunidad de recuperarse porque la agricultura lo impide, mientras  que si hay una pequeña extensión con un cultivo itinerante el bosque acaba comiéndosela otra vez".


En América Latina destruimos más zonas boscosas, pero protegemos menos las que  quedan y así lo afirma otra nota de la BBC Mundo publicada el 2 de febrero de 2011 y que  analiza el informe "Situación de los bosques del mundo 2011" de la FAO. Expone que a nivel mundial, la deforestación disminuyó de 16 millones  de  hectáreas  al  año  en  la  cada  de  1990  a  aproximadamente  13 millones  de  hectáreas  y  estima  que  la  forestación  y  la  expansión  natural  de bosque en áreas antes destinadas a agricultura, se estima que la pérdida neta de bosques a nivel mundial es de 5,2 millones de hectáreas por año, una superficie aproximadamente del tamaño de Costa Rica.


"América Latina, donde se encuentra el 57% de los bosques primarios del mundo, es  una  de las regiones que menos recupera sus bosques", comenta al descifrar al informe. Falta de cultura, declara Eduardo Rojas es lo que conlleva a la destrucción, "el continente que decepciona más es América Latina, porque lo que  es  evidente  es  que  la deforestación  está  ligada  al  infradesarrollo  y  al crecimiento demográfico.

jueves, 4 de abril de 2013

Hacia dónde se “mueve” Xalapa


"Movilidad 360", el programa que emplean para solucionar el problema de la circulación en Xalapa. Foto: Radiover.info


Por Apolinar Velazco

La solución al grave problema vehicular de Xalapa, capital del estado de Veracruz, pareciera estar en puerta. El Gobierno del Estado, la alcaldía capitalina y sus diferentes dependencias invierten en el plan “Movilidad 360”, que en palabras de sus responsables, traerá mejor calidad de vida a la ciudadanía y un ambiente más limpio.

De acuerdo con las cifras oficiales, de 1960 al 2010 la Atenas Veracruzana ha crecido 7 mil 826 habitantes por año y en extensión lo ha hecho a razón de 121 hectáreas anuales, conformando en la actualidad siete municipios su área metropolitana. 

La superficie conurbada aunada a la escasa y deficiente red vial convierte en un  dolor de cabeza la circulación de cerca de 140 mil autos al día, principalmente en horas pico. Diez estrategias generales con 48 acciones específicas, buscan aligerar la marcha vehicular, bajar las emisiones de gases a la atmósfera y controlar la contaminación auditiva generada por las constantes colas. 

Si bien unas medidas ya se están aplicando y otras apenas inician, lo cierto es que es un problema que no parece tener salida tan pronto. Los estudios de movilidad urbana realizados por expertos a nivel internacional en coordinación con investigadores de la Universidad Veracruzana (UV) reconocen que será un proceso paulatino con resultados favorecedores.

La sociedad es clave en este proyecto ambicioso en el que la administración estatal invierte mil 800 millones de pesos, cifra que define como histórica y que traerá consigo una Xalapa más competitiva y un mejor lugar para vivir, según palabras del gobernador Javier Duarte de Ochoa

El decálogo presentado por el mandatario estipula los cambios de sentido y pares viales, la semaforización sincronizada, el rediseño de vialidades, circuitos de circulación continua y nuevos estacionamientos, la construcción de nueva oferta vial, la restructuración de rutas, la construcción de terminales intermodales, nueva cultura y policía vial y un sistema integrado.

Xalapa sufre una transformación en sus arterias viales, lo que ha resultado incómodo para muchos automovilistas que deben esperar largo tiempo para atravesar diversos puntos concurridos de la ciudad. Pero fuera de este malestar temporal, la estrategia apunta a un beneficio duradero para los casi 660 mil veracruzanos que habitan aquí. ¡Amanecerá y circularemos!

martes, 2 de abril de 2013

Estrategia ambiental: ¿Hacia dónde debemos ir?


Asumir responsabilidades y acciones conjuntas, la gran tarea de todos. Foto: http://blogs.que.es/


Por Apolinar Velazco
Como raza humana es muy fácil alterar el medio ambiente y todo lo que en éste existe, pero es difícil para quienes causamos este desequilibrio, el subsanarlo. Como causantes de los desmanes que sufren los ecosistemas que nos rodean, no vemos hasta qué punto podemos impactar y destruir lo que está en nuestro entorno. Evaluar el impacto negativo es algo que nos presenta Guillermo Espinoza en el libro “Gestión y Fundamentos de Evaluación de Impacto Ambiental”.

Es muy cierto: el mundo crece sin medida; cada vez los habitantes de este sistema en crecimiento exigen comodidades, lujos, estatus social, cercanía a las fuentes de entretenimiento, consumo, facilidades; cumplir todos estos caprichos no deja otra opción más que la de arrebatar de la naturaleza todo lo que permite su equilibrio ecológico: talar árboles para construir más y más viviendas, centros comerciales, centros poblados que puedan cumplir con las necesidades de una población que no está dispuesta a regresar a las épocas de más carencias, ésas que ya no volverán, a menos que acabemos con lo que aún nos queda.

“Los cambios ocurren a una velocidad vertiginosa, generándose grandes transformaciones políticas, culturales, científicas, tecnológicas, económicas, sociales y ambientales”, expone Espinoza, autor de este texto literario que para nada escapa de lo que estamos viviendo. Pudiera atreverme a decir que los últimos cuarenta años se aceleró este transformar de la realidad, pero los últimos quince, no han dejado ni la oportunidad para detenerse a analizar lo que se está haciendo, a dónde vamos como sociedad, como ciudadanos de este mundo, término que últimamente cobra fuerza, principalmente cuando se trata de causas humanitarias que requieren del esfuerzo y apoyo de todos los “buenos de corazón”.

En materia ambiental, mucho se dice y poco se hace; los gobiernos o mejor dicho, los gobernantes de las Naciones que conforma el Planeta Tierra elaboran grandes manifiestos pro- conservacionistas, pro- eliminación de emisiones de gases de efecto invernadero, pro- protección de las fuentes de abastecimiento como el agua; sí, muchas acciones en papel, muertas como dirían algunas organizaciones no gubernamentales, a las que el deterioro ambiental parece importarles más, sin que su rango de influencia logre abarcar al pleno de esta ciudadanía mundial.

Si bien el autor afirma que, “a partir de los años noventa se iniciaron con grandes cambios en la agenda internacional, especialmente desde la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Medio Ambiente y el Desarrollo (conocida también como “Cumbre de la Tierra” y “Cumbre de Río”), celebrada en Río de Janeiro, Brasil, en 1992” (Espinoza, 2007: 16); el avance de los acuerdos establecidos desde entonces es mínimo, comparado con los vertiginosos pasos del impacto perjudicial que dejamos los humanos en nuestro caminar por el mundo.

Está claro que, “la sobreexplotación de los recursos naturales y el inadecuado uso del ambiente constituyen problemas que traspasan los límites de los países, por ende la consecución del desarrollo sostenible necesariamente implica una respuesta global” (Espinoza, 2007: 16), contestación que el planeta nos demanda pues hacia él van todos los desmanes, que llegue rápido o se demore, puede ser clave para admitir que así no podemos seguir y que si no hay un stop a tiempo, más adelante puede ser tarde. Parece apocalíptico el mensaje, pero la demora puede ser mucho peor.

Los que vienen después de nosotros tendrán un futuro de más esfuerzo, quizás de mayores retos. Es evidente que, “el manejo inadecuado de determinado recurso natural puede tener efectos adversos en diversas dimensiones, hasta inclusive ser trasladados a generaciones futuras, limitando sus posibilidades de desarrollo” (Espinoza, 2007: 18). Hay quienes dicen que las políticas públicas son meras estrategias gubernamentales para ensalzarse en el denominado “pensamiento verde”, aunque de éste pensamiento conservacionista poco se tenga. La bandera para ganar adeptos, es todavía más, el propósito de decir que se gobierna cuidando la naturaleza.

En sintonía con lo expuesto previamente está el pensamiento de Espinoza, quien reafirma que, “los seres humanos tienen cada vez más capacidad para modificar la naturaleza; tanto que incluso amenaza su ambiente y por ende su supervivencia”. Cuánto más nos quedará de esa (super)vivencia en el planeta, sin que nos topemos con la imposibilidad de (sobre)vivir. La globalización, nos acercó físicamente, visualmente y todavía más virtualmente a latitudes que hace cincuenta años era impensable lograrlo, aunque los augurios de quienes vivieron en esa época, alertaban de que esa cercanía algún día iba a llegar.

“El calentamiento global de la atmósfera y el cambio climático, el adelgazamiento de la capa de ozono, la pérdida de la biodiversidad, la disminución de la masa vegetal y el avance de la desertificación, son evidencias de este deterioro” (Espinoza, 2007:16). Problemática que en nuestro país y en muchos otros que no han adoptado una correcta política ambiental, se recrudece más. La sequía constante que padecen nuestros conciudadanos del norte (más los indígenas de las zonas serranas) y los fenómenos naturales que azotan en el centro y sur de La Nación (desplazando a los que menos tienen a puntos periféricos de las ciudades), son ejemplos que concretan esta realidad.  

Promover un desarrollo sostenible, sin afectar los ecosistemas es parte importante la protección del medio ambiente, pues como afirma el académico que escribe este capítulo denominado: “EIA y Desarrollo Sostenible”, sólo implementando acciones racionales previendo los respectivos costos y beneficios que involucra hacerlo (…) “logrará traducir sus objetivos en señales concretas y podrá tener éxito en despertar un interés por evitar el deterioro ambiental” (Espinoza, 2007: 17).

lunes, 1 de abril de 2013

Córdoba: del aroma a café al olor por aguas residuales


La planta de tratamiento de aguas residuales de Córdoba se encuentra en construcción. Foto: Apolinar Velazco

Por Apolinar Velazco

No sólo el olor a café es el que se respira en Córdoba. Detrás del aroma de este grano que hace a la ciudad una de las más emblemáticas de Veracruz, se esconde una realidad y es que aquí, como en muchos municipios de la Zona Centro del estado, los malos olores por contaminación con aguas residuales, están a la orden del día; requiriendo de las autoridades acciones concretas para mitigarlos.

Con una población de 196 mil 541 habitantes, esto de acuerdo con el Censo de Población y Vivienda realizado por el Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática (Inegi) en 2010 y más de 400 años de fundación; Córdoba aguarda por una planta de tratamiento.

El proyecto va en un 60 por ciento, según informó semanas atrás la Comisión de Agua de Estado de Veracruz (CAEV), quien en conjunto con la Comisión Nacional del Agua (Conagua) e Hidrosistema de Córdoba, ejecutan el Sistema Integral de Colectores Sanitarios y Planta de Tratamiento de Aguas Residuales de la Zona Conurbana, proyecto que asciende a los 400 millones de pesos aproximadamente.

Fuera de este plan que tomará por lo menos dos años más en materializarse, lo cierto es que por segundo los 50 mil 295 usuarios cordobeses que conforman el padrón de la paramunicipal, arrojan a los cuerpos de agua y barrancas que conducen los arroyos cerca de 396 litros, cifra que representa un claro problema de salubridad, pues no hay un sistema que conduzca las aguas negras y peor aún, un mecanismo para sanearlas.

Acceso a los servicios básicos
Los números ofrecidos por la organismo hídrico local señalan que del número total de usuarios, 45 mil 982 son usuarios domésticos, 4 mil 79 son comerciales, 38 industriales, 78 pertenecen a instituciones públicas y 118 a unidades educativas. De igual manera revelan que unos 5 mil no cuentan con sistema de drenaje, los cuales pertenecen mayoritariamente a suscriptores residenciales con 41 mil 93; 4 mil 5 a comerciales, 38 industriales, 72 instituciones públicas y 105 planteles educativos.

Miguel Ángel Rodríguez Tood, director de Hidrosistema de Córdoba, manifestó que este es una situación que están tratando, pues hasta ahora no se había podido resolver. Desde su punto de vista, los usuarios domésticos junto con los comerciales son los responsables de vaciar el 80 por cierto de aguas residuales a los afluentes que atraviesan la ciudad, mientras que el restante corresponde a los demás suscriptores. Aclaró que las fábricas asentadas en la cabecera municipal cuentan con sus propias plantas de tratamiento, por lo que las descargas que lanzan a los ríos van saneadas.

El estudio de ingeniería básica que se elaboró en enero de 2009 como parte del proyecto de colectores pluviales, detalla que hidrológicamente, Córdoba pertenece a la Subcuenca del Río Blanco (RH-28 Papaloapán) y que por esta región pasan tres causes importantes: el Río Seco, San Antonio y Blanco. La calidad de agua del primero de éstos, que es afluente del Río Atoyac rivera abajo, está catalogada como “aceptable- contaminado”, de acuerdo con los indicadores de la Conagua.

Por su parte, el diagnóstico  del proyecto ejecutivo desarrollado en febrero de 2011 por la empresa Velasco S.C. MAV, detalla que el sistema de alcantarillado de ciudad y su zona conurbada está constituido por una red de atarjeas de casi 140 kilómetros, mismos que dan una cobertura superior al 85 por ciento de los usuarios, “que actualmente descargan sus aguas crudas a las diferentes barrancas y escurrimientos naturales, contaminando el medio ambiente y generando enfermedades e inconvenientes graves a la población”.